miércoles, 12 de junio de 2013

En aquel ático las posibilidades eran infinitas. Y eso, con mucho, era lo mejor. 
Es una estancia que recuerdo a diario.
Los versos, entrecortados. Los fragmentos.





poemas oníricos (III)


La noche tranquila

Las briznas de hierba juegan con mi piel 
mientras el gran túnel se abre,
más y más,
sobre la verde primavera.

Estoy esperando,
paciente y libre.
Estoy fundiéndome 
porque ya no hay tiempo,
salvo para ser todo.
En la noche tranquila,
los elefantes agitan sus trompas
barruntando un peligro cercano.

Antes de que las lenguas de hierro conversen,
mucho antes del fragor,
recordaremos.
En la noche tranquila irán sucediéndose,
a la luz de la luna,
en cada ola que levante el viento,
todos los minutos que pasamos juntos,
reflejados.

Y ni siquiera el tranquilo amanecer,
nos salvará.




2012

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